domingo, 12 de junio de 2011

Morante, Ponce y El Juli

Magnífica tarde de Feria en Sanlúcar. Escasez de pijerío y abundante gente de campo en los tendidos, con lo cual ya el sentir inicial, positivo. Esto viene a significar, más o menos, que el respetable sabía del asunto de primera mano y asistía, en general, por afición, y no por el exuberante precio de las entradas y por dejarse ver entre la habitualmente patética, vacía y traicionera yetsete.
Toros muy flojos, como viene siendo habitual; tanto que los tres primeros, en los primeros compases, mostraron sus pezuñas al cielo, como queriendo señalar la luna, que iba asomando ya a las ocho de la tarde (quizá enamorados de la luna, como en la canción). No obstante, muy nobles y muy bravos, lo que salvó la tarde, porque los tres maestros cumplieron de más.
Nada más empezar, Ponce se coronó con un faenón de trabajo, dándole al toro el pulmón que parecía faltarle, sin perder lo más mínimo su torería y empaque. Con tardes de estas uno se da cuenta de porqué a un torero, los de alrededor, le dicen maestro. Aunque también es verdad que hay toreros que enseñan muy poco.
Morante de La Puebla... En fin, los primeros siete capotazos mostraron su encaste andaluz y artista. Sublime, torerísimo, emocionante como ninguno (quizá José Tomás, Castella...). Con la muleta brindó también algunos naturales de los que al aficionado nunca se le olvidan, y que siempre comenta en la copa pos-corrida.
El Juli, técnico como siempre, arrimándose suplió lo que le faltaba a sus astados, y en un par de ocasiones se ganó un sobrecogedor silencio del par de miles de personas que asistimos a sus arrimones.
Saliendo por la puerta de la plaza, el ambientazo de feria me hizo meterme en el coche a regañadientes, con la afirmación lapidaria de Terminator: volveré.


BTT: pinada1, Maratón de Berrocal, y pinada2

Con la excusa de subir algunas fotos que tenía pendientes en el teléfono, escribiré también unas letrillas aquí.
De hace ya tres fines de semana, Fabio, Antonio y un servidor echamos el ratito de pinos, con desayuno cartayero. Sugerimos a Fabio que aplicara un número adecuado a su máquina de cortar el pelo, pero su respuesta no puedo reproducirla aquí, porque estamos en horario infantil.



Creo que fue el fin de semana siguiente cuando en esa fábrica de calor que suele llamarse "Maratón de Berrocal" me pegué una paliza en condiciones. Un maratón entrañable, como todos los años, por la forma en que el pueblo se vuelca con la carrera, pero que este año estaba más que escaso de comida en los avituallamientos. Vamos, que en el kilómetro 65 me comí la primera barrita, que de hecho me salvó la vida. Un par de vasos de gazpacho y otro par de cervezas me solucionó el cuerpo. El piñonate que le correspondió a la gran Mayte Blázquez (2ª en el cajón femenino) y un café bien fuerte terminó de arreglar mi maltrecho equilibrio energético tras la carrera.









La siguiente vez que me subí en la btt fue para otra pinada con Algarviu, Javier y Jose, que junto con Juan Alonso completamos unos cinco, magníficos, en otros magníficos 60km de pinos, con desayuno rompiero. A Algarviu le dio hoy por serpentear por los senderos menos transitados, y añadir algo de enduro, que puso las piernas a tono. La puntilla la dimos Juan y yo en a vuelta al Portil, asumiendo tres repechos de plato chico; bueno, yo, porque Juan ya sólo tiene grande y mediano... a ver por cuanto tiempo. ¡Que no Juan, que en los restaurantes buenos tienen más platos! ¡Que dos son muy pocos!