Con la excusa de subir algunas fotos que tenía pendientes en el teléfono, escribiré también unas letrillas aquí.
De hace ya tres fines de semana, Fabio, Antonio y un servidor echamos el ratito de pinos, con desayuno cartayero. Sugerimos a Fabio que aplicara un número adecuado a su máquina de cortar el pelo, pero su respuesta no puedo reproducirla aquí, porque estamos en horario infantil.
Creo que fue el fin de semana siguiente cuando en esa fábrica de calor que suele llamarse "Maratón de Berrocal" me pegué una paliza en condiciones. Un maratón entrañable, como todos los años, por la forma en que el pueblo se vuelca con la carrera, pero que este año estaba más que escaso de comida en los avituallamientos. Vamos, que en el kilómetro 65 me comí la primera barrita, que de hecho me salvó la vida. Un par de vasos de gazpacho y otro par de cervezas me solucionó el cuerpo. El piñonate que le correspondió a la gran Mayte Blázquez (2ª en el cajón femenino) y un café bien fuerte terminó de arreglar mi maltrecho equilibrio energético tras la carrera.
La siguiente vez que me subí en la btt fue para otra pinada con Algarviu, Javier y Jose, que junto con Juan Alonso completamos unos cinco, magníficos, en otros magníficos 60km de pinos, con desayuno rompiero. A Algarviu le dio hoy por serpentear por los senderos menos transitados, y añadir algo de enduro, que puso las piernas a tono. La puntilla la dimos Juan y yo en a vuelta al Portil, asumiendo tres repechos de plato chico; bueno, yo, porque Juan ya sólo tiene grande y mediano... a ver por cuanto tiempo. ¡Que no Juan, que en los restaurantes buenos tienen más platos! ¡Que dos son muy pocos!
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