Hace ya un par de semanas que la gente me pregunta "¿tú harás huelga?". Yo respondo que sí. La justificación de esta actitud ni siquiera me la planteaba, porque hasta ahora me parecía natural que cuando uno está cabreado, muy cabreado, conforme le van las cosas con un gobierno, y como van las cosas en general alrededor, tiene que demostrarlo de alguna manera. La huelga es perfecta para esto.
Obviamente, hay más formas de demostrarlo, sin faltar a las obligaciones laborales de uno, y sin agravar la pérdida de capacidad adquisitiva con otro piquito menos de sueldo. Pero la huelga, además, da el gustazo, tan humano, y también tan animal, de sentirse parte de algo bueno y grande; bueno para todos (o desde luego, para los más importantes, los que hacen funcionar en condiciones el chiringuito social del que todos formamos parte), y grande por la dimensión y trascendencia. En las circunstancias en que estamos no habría que hacer una huelga general el 29S; habría que hacer una todos los meses. Como mínimo. Y si hay que comer papas fritas con huevo por cobrar 50 euros menos, desde luego estarán mejor empleados que el 7,8% de sueldo que estos hijos de puta nos han robado para poder pagar subvenciones a los bancos, coches oficiales que les lleven al gimnasio y comidas ("necesarias para negociar"... empeoramientos de situaciones para las clases medias y bajas).
Un artículo que me ha gustado mucho (gracias Mayor Tom).
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