sábado, 25 de agosto de 2012

Speyer

El análisis no me salía. Ni con agua caliente. Cinco horas para nada. Era el momento de escaparse. Me habían recomendado Speyer, así que le pedí a Thomas que me sacara por ahí a dar una vuelta. Los sábados por la tarde el personal local se vuelve loco, chicos y grandes, y se mueve por todas partes. Hoy especialmente, en Speyer, ha coincidido con una feria medieval, una concentración de motos (más bien super-reunión de colegas en moto; aquello no estaba organizado), un festival de música electrónica, y los habituales turistas. En fin, algunas fotos de esta tarde de descanso.

Una maravilla arquitectónica del románico del S.X, ampliada (a lo alto) en el XIII. Una mole. Parece que la iglesia románica más grande de Europa, que es lo mismo que decir del mundo. Obsérvense los detalles de la altura y los arcos cruzados en las bóvedas.


La calle principal, impoluta (como siempre) con más cafés y heladerías que el centro de Sevilla, seguro.

El pueblo es ribereño del Rhin, así que nos encontramos algunos canales ciegos donde el personal tiene su parking acuático.

El río, en estas zonas de interior, es un respiro para tanto campo. La gente que nos hemos acostumbrado a vivir cerca del mar, agradecemos un golpe de agua cerca. Y el juego que da. Playas fluviales, zonas de paseo y juegos (más de las habituales, que son muchas, quiero decir), vía de transporte (ecológica, cada barco de estos lleva el equivalente a 20 ó 30 camiones)...



Se nos olvidó dónde dejamos el coche, con lo que exploramos casi todo el pueblo, sin querer queriendo.



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