martes, 5 de enero de 2010

La cabalgata de Reyes


Bueno, parece que estas fiestas, por fin, se acaban. Mi legítima me ha sacado de la única siesta gostossa que me pego desde hace nosecuánto tiempo, porque sus majestades los Reyes Magos, tras almorzar en algún buen restaurante (son Reyes, al fin y al cabo), han adoptado en los últimos años la fea costumbre de salir a deshoras a repartir caramelos. Con esto de las niñas, llevo cuatro años asistiendo a una media de tres cabalgatas de Reyes en estos días, y me he dado cuenta de que los Reyes son tíos distintos en cada sitio; y que además las Reinas nunca vienen. Supongo que, como es el trabajo de los consortes, se quedan durmiendo la siesta. Éstas sí que son sabias, no sus respectivos, que se ponen a currar a tan malas horas.
En fin, que el afán real de mi legítima me ha brindado la oportunidad de tomar el siguiente testimonio de la ilusión que reina (nunca mejor dicho) en la parte femenina de mi familia, que arrastra al resto de familiares a una situación como la que se ve en la fotografía, donde la cabalgata ni asoma... pero ahí, cogiendo sitio, como tiene que ser. Así se evitan aglomeraciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario