Paisajes sobre el Loch Linnhe.
La mañana en High Street ha estado entretenida. Resulta que Fort William es considerada la capital del outdoor del Reino Unido, lo que implica tiendas y tiendas de ropa de montaña y de deporte, una tras otra. Poca calidad. Mucho madeinchina de calidad mínima, es decir, te quiero camelar, turista, aprovechando el tirón de mi fama como ciudad deportiva y montañera. Pero desde luego que condiciones hay. El emplazamiento de la ciudad, pequeñita, es una verdadera maravilla. Rodeada de ríos y lagos, de desfiladeros y valles glaciares en U, de fuertes pendientes y de altas montañas; y también del majestuoso Ben Nevis y su cadena de compañeros. Se trata del pico más alto del Reino Unido, con algo más de 1300m. Aunque no muy alto en sí mismo, hay que tener en cuenta que el nivel del mar está justo en su falda, por lo que la sensación de altura es mayor. Comimos fish and chips por primera vez desde que llegamos a Escocia. El haddock, que debe ser algo así como el pescado nacional, está por todas partes, restaurantes y tiendas. En esta ocasión el plato estaba bueno. La tarde la pasamos, de nuevo, de paisaje en paisaje, creyendo siempre que la vista anterior no podrá ser superada por la siguiente, y equivocándonos en esto constantemente. Hacia el sur, a escasas 20 millas, cruzamos un puente que también cruzaremos el domingo, de vuelta a Edimburgo. En lugar de al este, nos movimos hacia el este, siguiendo tranquilamente la carretera, cuyas dimensiones están pensadas para mi coche, pues camiones y autobuses me obligan a pisar la línea blanca y los diez centímetros de arcén a los que me tienen acostumbrado estos lares. Llueve, pero la gente pesca con sus nietos, monta en bici y pasea, como si la lluvia no existiera. El hábito hace al monje. Compras, baños y cenas de niñas... pero me pego la carrerita por el canal arriba, contemplando el reflejo del Ben Nevis en el espejo del agua del canal. Tras ducha y cena, rescato de las bolsas del súper una botella que... ¡oh!, me he confundido; creí haber comprado enjuague bucal y me he traído elixir escocés preadolescente que se llama... a ver... Whyte and Mackay, y que viene de Glasgow. Bueno, ya que ha llegado hasta aquí, no lo voy a despreciar, que cuando se trata de culturas diferentes uno nunca sabe si puede meter la pata y molestar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario