Pues impresionantes. Desde por la mañana está la banda de gaitas, ataviados al estilo tradicional, circulando por el pueblo, sonando de maravilla. Una música que emociona por su puesta en escena, por las reacciones del auditorio autóctono y por sus claras y ancentrales raíces, comunes al pueblo escocés. Son las 2045hs, y siguen sonando por la calle.
Los Strattpeffer Highland Games se han desarrollado durante todo el día, y han consistido en la celebración de competiciones deportivas, de danza y música tradicional. Gaita, baile para gaita, carrera larga y de velocidad a pie, en bicicleta, triple salto, y salto de altura, lanzamiento de martillo, largo y corto, lanzamiento de peso, lanzamiento de un palo (de 2,5m. más o menos), que tiene que caer de una determinada forma, dificil; también competición de tirar de una cuerda, en equipos de 9, a ver quién arrastra a quién. Se llevan a cabo en un paraje imcomparable, una gran extensión de hierba corta natural, es decir, sin mantenimiento aparente, en medio de un bosque de árboles centenarios (olmos, cedros y otros que no reconozco, con troncos de varios metros e diámetro y al menos veinte de altura), verdaderos monumentos naturales. El entorno y la forma especial de desarrollarse las competiciones, entre el buen humor y los saludo de público y competidores entre sí, da al evento un ambiente inmejorable. Puestos de golosinas, sorteos, atracciones (pocas, tres o cuatro tan solo) y de comida completan la escena. A ratos la banda da una vuelta a la pista, dándole ceremoniosidad al asunto. Tanta que la misma Reina parece elegir estos juegos de vez en cuando para “mezclarse” con la gente de a pie.
Las niñas se preparan para bailar.
Nos hemos pasado el dia contemplando las competiciones. Especialmente espectaculares las de los forzudos lanzadores de cosas, y tiradores de la cuerda. También sorprendente y muy atractiva la mezcla de categorías y sexos en las diversas carreras. La idea es “el que corra más rápido, gana”. “Mire yo es que tengo 60 años”. “Bueno, le digo que gana el que más corre”. Se nota que el interés está en la participación. A los amantes del deporte, estas cosas nos encantan. Nos devuelven a los origenes, al verdadero sentido del deporte y a los valores que compartimos, de autosuperación, autoconocimiento, convivencia y, también, competición: más alto, mas fuerte, más rápido.
Después nos volvimos a casa paseando, tirando de las niñas, que estaban muy cansadas, y de nosotros mismos. Compras de cenas, baños y ensaladas completan el día. Es aún demasiado temprano y me quedo a leer y escribir en este magnífico salón victoriano. Escuchando música ancestral, que viene, en directo, de la calle, y sintiéndome partícipe de un espectáculo histórico, sano y auténtico a pesar de los malos tiempos que corren para estas cosas.
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